La tónica se basaba en equívoco imperfecto de un océano caótico donde hacer valer su amor. El tiempo se mostraba drástico, el final llegaba, en película trucada.
La fábula tomaba forma y el paréntesis cerraba distancias en las páginas de un periódico célebre que vomitaba crónicas anunciadas. Ellos, en romántica postura, se mostraban ausentes de aquello que a su alrededor sucedía. La cerámica del parque fue testigo de su osadía.
Lola Fontecha