En la quietud del
trayecto comenzado,
en aras de un posible
encuentro al alba.
Asomado a tus ojos
y colgado a tus pestañas.
Comienza el día en ojeada
y mientras yo,
me pierdo en significados
por la inmensidad de tus mensajes.
Incapaces de esbozar
y escuchar las máximas,
nos convertimos en sordos
de nacimiento
e imbéciles de oportuno.
Brotando cual hierba mala
que crece y crece
sin más sentido que el de
inundar la belleza
que a la tierra cubre,
pero muy a pesar de la
iniquidad,
del fondo florece...