viernes, 28 de abril de 2017

A mi querida hija Eva.



Hoy, hace tres años de este poema, hoy nos tomamos un café y charlamos un rato.
Hoy..., todo pasó y nos queda el frío del recuerdo por el miedo pasado y la luz encendida, al final del camino.
Hoy es tu sonrisa la que me apremia, hoy es la vida quien nos abraza cada vez más fuerte.
Te quiero.
A mi querida hija Eva.
Te prometo que me asusté,
por un momento no supe reaccionar
ni tan siquiera llorar.
Me sentí animalillo acorralado,
apercibí sus ojos
absorbí en mi piel su temor
y comprendí que la voz no era mía.
¿Por qué no reaccioné a tiempo?
¿Desde cuándo la realidad perdí de vista?
Nunca sueltes mi mano,
no quiero, no…,
nunca me lo perdonaría.