viernes, 3 de enero de 2014

Vértigo...




No paraba de llover, el frío intercambiaba sus cartas conmigo para seguir jugando, el aire golpeaba la ventana y los cristales eran intimidados ante la posibilidad de ser quebrados.

El silencio amenazante nos rodeó, mostrando su fea cara y susurrando la jugada que iba a utilizar. De nuevo la soledad entro en juego y apostó mis ganancias sin dar tiempo a mostrar disconformidad. Levanté bastos y los oros salieron a mi encuentro. Entonces lo vi claro, no quería seguir jugando, recordé la última partida en la que quedé sin cartas al dejarme llevar por el desencanto y abandoné el habitáculo con mis palabras bajo el brazo. La mirada se quedó perdida en horizonte gris, la lluvia golpeaba mi cuerpo sin descanso…, dejé al miedo vencerme de nuevo, borrando la sonrisa que un día me ofreció su mano… 


En ese justo instante, las páginas del diario se acabaron.